Introducción (Fragmento)

– Esta propuesta educativa nunca será aprobada–me dijo el funcionario del gobierno–. Su colegio es un castillo en el aire.
– Perfecto–dije yo–. Sólo hace falta construir una escalera para llegar allá.

Era el 2019 y el jefe de núcleo de Guarne, Antioquia (Colombia), estaba destruyendo el proyecto educativo institucional en el que había trabajado por tres años. Mi visión y mi sueño de tener una educación diferente para mi hijo menor (y para muchos niños más) estaban en ese documento.

Mi deseo era transformar la educación, hacerla relevante para el mundo de hoy. Pero el funcionario frente a mi no pensaba lo mismo. Él llevaba décadas en ese puesto, aferrado a la educación tradicional y defendiendo las leyes arcaicas del Ministerio de Educación.

Si fuera por él, la educación alternativa no existiría.

Mi lucha contra el sistema tradicional comenzó cuando mi hijo mayor, Nicolás, fue víctima de bullying en su colegio. Intentamos otros colegios e incluso hicimos homeschool por un tiempo. Para cuando tenía 14 años, era evidente que su personalidad y sus talentos no encajaban con el modelo de educación en el que estaba y se hizo echar del colegio.
Nicolás no tenía interés en las ciencias sociales ni la literatura. Su pasión era la música (ya tocaba la batería desde los once) y componía; además, tenía una inclinación por los negocios (especialmente las ventas).
Desde los 15 años, Nicolás no volvió a pisar un colegio. En los años siguientes, se dedicó a aprender a tocar la guitarra, y el piano. Aprendió a escribir canciones y rapear (que es su estilo principal). A la vez, comenzó varios negocios y aprendió de emprendimiento.

Cuando tenía 19 años, obtuvo su diploma de bachiller (secundaria) y su acta de grado presentando el ICFES (los exámenes estatales en Colombia). Todo lo que tuvo que hacer para prepararse para ese examen fue tomar un curso de tres meses y presentar las pruebas.

Hoy, a sus 26 años, Nicolás trabaja remotamente como vendedor para una empresa canadiense, tiene su propia banda musical (llamada 1170.music), grabando videos y haciendo conciertos. Además, tiene un negocio de turismo.

Los dones y talentos de Nicolás no estaban siendo desarrollados en la escuela. El sistema tradicional en el que todos aprenden lo mismo sin importar sus gustos o habilidades le estaba fallando. Por eso, como padres, lo apoyamos en todo–aunque inicialmente fue un shock–proporcionándole las herramientas necesarias para que él mismo pudiera diseñar su camino hacia el éxito.

Y esa experiencia me sirvió para luego hacerle homeschool a Daniel, mi hijo menor. Los años de educación en casa con Daniel fueron para descubrir sus gustos y para qué era bueno. Eso implicaba exponerlo a diferentes disciplinas, no sólo las que vería en el colegio.

Descubrimos que era bueno para la programación informática, que le gustaban los caballos, el ajedrez y el tenis de mesa. También vimos que no le gustaba el fútbol ni los deportes en equipo. Eventualmente encontró su mayor pasión: la danza.

Hubiera sido casi imposible que descubriera todo eso estando en un colegio tradicional. La mayoría de jóvenes sale del colegio sin idea de lo que quieren hacer con su vida. Y la razón es que no han sido expuestos a un abanico grande de posibilidades, sino que han sido limitados por un currículo enfocado en las ciencias duras.

El currículo que creé para Daniel lo compartí con otros padres homeschoolers. Comencé a estudiar e investigar sobre diferentes métodos de educación y a asesorar familias acerca de la educación en casa.

Los resultados con mis hijos y con las familias que ayudé me convencieron que tenía que hacer algo para que muchos más niños y jóvenes desarrollaran sus dones y talentos y fueran felices aprendiendo. La etapa escolar debe ser un tiempo donde los niños y jóvenes la pasan rico, pero la mayoría están aburridos en sus colegios.

La idea de un colegio diferente surgió en mi mente y comencé a escribir un proyecto de educación alternativa. Hice una especialización en pedagogía y didáctica en la Universidad de Medellín, y allí desarrollé aún más mi proyecto educativo (ese mismo proyecto que le presenté al jefe de núcleo de Guarne y que no quiso aceptar). No me iba a rendir, así que debía buscar otra manera.

Por meses estuve tocando las puertas del gobierno, desde lo local y regional hasta llegar al Ministerio de Educación Nacional. Pero luchar contra el sistema es una batalla casi perdida.

Así que decidí crear mi propia escuela de educación alternativa, Rhema E-School, aún sin la aprobación del gobierno. Cuatro años después somos la primera E-School que sirve a Latinoamérica con una educación diferente.